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8 de marzo de 2013


Llovía, las calles parecían inundarse minuto sí, minuto no, era un no parar. La luz se fundió, la señal de la televisión dejó de retransmitir aquel programa tan visto de aquella época, las puertas chirriaban del viento que hacía, unos ruidos estremecedores intervenían en mi cuerpo...

De repente, un "toc toc" de alguien, sacó de mí, al niño que llevo dentro, a ese niño que indiscutiblemente llora por todo, le da miedo cualquier objeto o sombra con dimensiones extraordinarias... Mi ojo se colocó frente a la mirilla, dándole así forma al misterioso hombre que a saber que quería a esas horas.

Parecía mi vecino, la voz, era muy parecida, pero no, no era él, y yo lo sabía, me había dado cuenta antes de que fuera demasiado tarde. Se movía mucho, como si estuviera nervioso o a la espera de hacer algo muy gordo, así que no le abrí, decidí quedarme sentado y sin abrir la boca para decirle que se marchara.

Ahora algo se movía por la galería, mi patio de luz era inmenso, así que fui corriendo a ver que sucedía. Grité, lo vi y corrí a esconderme, ¿que podía hacer? nada, pensé. Era él, intentando entrar en mi casa, de cualquier forma, a cualquier hora. 

Sin embargo un artilugio encontré debajo de la cama de mi padre, no sabia bien lo que era, la oscuridad me negaba la visión de aquel objeto, pero aún así lo cogí. Oí el primer paso, luego parecía ir habitación por habitación, buscando lo que venía a buscar, osea yo. O eso pensé en algún momento.

Sus pies, a 1 metro escaso de mi cara, me disponía a salir para pegarle, pero su mano se adelantó y de un golpe me quitó el palo, ahora lo logré ver, era un antiguo palo de "la suerte" de mi padre. Salí corriendo, respirando fuerte, sudando, transformando todo... todo se movía.

Pude ver la hora en mi reloj, marcaba mas o menos las 2:30 de la madrugada, con todo el ruido que formé, no es muy lógico que nadie se despertara, era como un complot contra mí ¿pero, que tenía yo, que tanto ansiaban?

Ahora ya no podía escapar más, o él o yo, tenía miedo, lloraba descontroladamente. Empezó a levantar el brazo, yo me agasajé e intenté cubrirme la cabeza con ambos brazos, bajó el palo y... ¡RIIIING, RIIING! El despertador sonaba como cada mañana, dispuesto a joderme el sueño.

Sí, así fue todo, todo fue un sueño. Mi noche de locura, se quedó en algo de leyenda, leyenda que solo yo recordaba. Pero lo mejor no es eso, lo mejor de todo, es que el chico del que huía en mi sueño, era un nuevo vecino, que se había instalado la noche anterior. ¿Habría descubierto el futuro? ¿Me pasaría algún día lo de mi sueño? 

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